jueves, 28 de marzo de 2013
Breve descripción corográfica de San Sebastián - V
5. El terreno sobre que está erigida la ciudad así como sus contornos, es sumamente arenisco y se encuentra poca greda, de donde resulta no haber lodos cuando llueve, que suele ser con exceso, tanto en las calles como en los públicos caminos y paseos, sucediendo al contrario que en otras partes, que cuanta más agua caiga, quedan más limpios, porque las arenas que no se pegan al suelo por su aspereza, las arrastran consigo las impetuosas corrientes que corren por las calles y caminos, y donde han llegado a formarse charcos y balsas, al instante se evaporan con los golpes del viento y calor del sol. De aquí proviene tambien, que generalmente las aguas de San
Sebastian sean blandas y endebles, exceptuando aquellas que manan
de pizarra ó peña viva, bien que no por eso dejan de ser sanas, aunque parezcan algo jaudas y desagradables al paladar, especialmente la
de la fuente principal de Morlans, que está en la Plaza Vieja y viene
á la Ciudad por un dilatado acueducto en que se reunen varios manantiales, y la que llaman del Chofre, y se halla entre frondosos árboles, como la otra fuente de Daphne en el mejor paseo de la Ciudad
misma. De aquí es tambien, que el terreno de San Sebastian sea muy
á propósito, por ser quebradizo, para cualquiera género de plantaciones que apetecen suelo arenisco, como naranjos y otros agretes, tanto
que aunque en el dia está abandonado el cultivo de este ramo de vegetales ácidos, consta que en tiempos anteriores se hacia tráfico con
sus frutos, enviando á Francia barcos cargados de ellos en retorno de
otros géneros que venian de allí, segun se verá despues; pero ahora
se hallan pocos árboles de esta especie, y solo se encuentran algunos
en las huertas pegantes á la raíz del Castillo, y se arrancaron otros
muchos cuando de orden del Consejo de Guerra se demolieron varias
de dichas huertas, que ocupaban la falda meridional del Castillo mis
mo, porque no hiciesen estorbo á las fortificaciones, bien que todavía
permanecen sus vestigios.
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