sábado, 30 de marzo de 2013

ANTIGÜEDAD DE SAN SEBASTIÁN - IV

4. Este modo de sentir nuestro en cuanto a la identificación de San Sebastián con Oeaso se tenía por cierto en el reinado de Felipe II, como se infiere de una inscripción latina abierta en piedra sobre la Puerta de Tierra de dicha ciudad que se lee así en caracteres grandes : "Philipo. II. Hisp. Regi. S. P. Q. Easonnensis dicavit. 1577". Finalmente, convienen en esto, a más de los historiadores extraños, algunos que trataron sobre asuntos históricos de la provincia de Guipúzcoa como el Bachiller Zaldivia (cap V) y el Dr. Isasti ("Descripción de San Sebastián"). Es verdad que no nos empeñaremos en averiguar si la ciudad de Oeaso ocupaba el mismo paraje que al presente San Sebastián, o si estaba en el sitio donde ahora la iglesia parroquial y monasterio de San Sebastián el Antiguo, de que se derivó este nombre al pueblo, que mucho antes del siglo X y XI se llamó Izurun, según consta de un célebre privilegio de donación de don Sancho el Mayor, Rey de Navarra, otorgado a favor del Monasterio de Leire, año 1014, en que se expresa que los antiguos nombraban Izurun a la villa de San Sebastián.

ANTIGÜEDAD DE SAN SEBASTIÁN - III

3. Las razones, pues, por donde se demuestra ser San Sebastián el verdadero Oeaso de la antigua Basconia, a más de lo dicho arriba, son las siguientes : Primera, porque constando de Ptolomeo, Estrabón y Pomponio Mela que el promontorio Oeaso, formado por la cordillera de Jaizquibel, que empieza desde el canal de Pasajes y fenece en el cabo Iguer de Fuenterrabía, era el término limítrofe que dividía a las Españas de la Galia Aquitánica, y asegurando el mismo Ptolomeo que este promontorio se hallaba distante de la ciudad de Oeaso cuarenta y cuatro minutos de latitud, cuya diferencia cuadra a la situación de San Sebastián respecto al expresado cabo de Iguer, según el cálculo de los grados en aquel tiempo, como confiesa el referido Marca en los lugares citados, corresponde que Oeaso no estuviese donde al presente Fuenterrabía, pues dista tan poco de aquel cabo o promontorio, sino en el paraje en que se halla San Sebastián poco más o menos, fuera de que ésta y no aquélla está al poniente del promontorio, como confiesan todos debe colocarse la ciudad de Oeaso respecto al promontorio de Oeaso.

ANTIGÜEDAD DE SAN SEBASTIÁN - II

2. A nosotros nos parece que la Ciudad de San Sebastián es el antiguo Oeaso o Idanusa, con cuyos nombres le llamaron los más célebres vocabularios. Este modo de pensar nuestro se halla autorizado por instrumentos inveterados, por donde se califica haber estado firmemente persuadidos nuestros mayores de esta verdad. Tal es sin duda la insigne escritura de la entrega de Guipúzcoa al rey Alfonso VIII de Castilla el año 1200, la que se pondrá a la letra en el lugar correspondiente, pues describiéndose en dicho instrumento los límites y pueblos principales de Guipúzcoa por la costa, se expresa así : "Deinde per littore maris Cantabrici, ubi est S. Sebastianus de Easo et S. Sebastiani Monasterium (1), por lo que ya en el siglo XIII se creía haber sido San Sebastián el legítimo Oeaso. Así pensó también y convenció el clarísimo Marca, obispo de París, libro I de la "Historia de Bearne", con razones demostrativas y llenas de un grande peso, sin embargo que otros quisieron colocar a Oeaso en Fuenterrabía, como Oyenart en las "Noticias de ambas Vasconias", cap.VII; otros en Oyarzun, otros en Zumaya, otros al lado de los Capuchinos de Rentería, en el alto de Basanoaga, que divide las jurisdicciones de San Sebastián y dicha villa de Rentería, que es el mismo paraje a donde ésta solicitó trasladar su población el año 1645, cuyo sentir ha seguido Risco, continuador de Flórez, en su "Tratado de la Basconia antigua", cap.IV. Es verdad también que el propio Marca creyó después que Oeaso estaba situada donde ahora San Nicolás de Orio, pero llevado de unos fundamentos tan despreciables y notados de ambición, que nadie suscribió a éste su dictamen, habiendo tenido por principal fin para defender esta extraña paradoja, querer probar que en tiempo de los Romanos se extendían las Galias hasta Orio, ni dudó confesar en medio de esto ser opinión común la que identificaba a San Sebastián con Oeaso. ("Marca Hisp.", lib.I, cap.XIV) (2)

HISTORIA DE SAN SEBASTIÁN (CAMINO Y ORELLA)

ANTIGÜEDAD DE SAN SEBASTIÁN - I

1. La primera fundación de San Sebastián es oscura y difícil de averiguar; pero esta misma dificultad en fijar su primera época es la mayor gloria que la condecora, no habiendo pueblos más antiguos que aquellos cuyos principios se ignoran y se pierden en la memoria de los hombres, por lo cual siempre se han jactado las repúblicas más insignes cuando no han podido descubrir cuándo hubiese sido su primitiva existencia y cuáles sus fundadores. Troya, Roma, Tebas, Cartago y otras ciudades ilustres, tuvieron que recurrir a fabulosos orígenes acerca de su primer ser. Padecen un error grosero los que han pensado establecer la formación de San Sebastián pocos siglos antes que éste que ahora vivimos, atribuyéndola ignorantemente a algunos pescadores que arrojados por una deshecha tempestad de mar hacia estas riberas de la Cantabria, comenzaron a levantar ciertas chozas o barracas, y multiplicándose éstas cada día más por las ventajas que ofrecía la oportunidad del sitio, llegaron a acrecentarse hasta formar una perfecta colonia. ¡Error grosero, vuelvo a decir, y que sólo se oye propalar a los que nada saben de historia y de antigüedad! Lo es igualmente de algunos que, siguiendo a don Sebastián de Covarrubias y Abraham Ortelio, pretendieron que San Sebastián se hubiese erigido sobre las ruinas de un lugar llamado en lo antiguo Colipo, lo cual ha alucinado a los geógrafos que en sus mapas colocan a Colipo en San Sebastián, si no es que confundiesen este nombre con el de Oeaso. Lo es también, y no de marca menor, el que padecieron ciertos escritores mal instruídos, quienes, como dice Garibay, se imaginaron que San Sebastián era fundación del emperador Marco Aurelio Basiano Caracalla, y que de ahí le quedó el nombre de "Saltus Bassiani", añadiendo que después por corrupción se alteró dicho nombre en el de "Sanctus Sebastianus" (Garibay, libro XXII, cap.VIII). Esto ya se ve, era menester comprobar con algún pasaje de historia por donde constase haber aquel príncipe transitado por San Sebastián, lo cual no ha soñado ningún historiador grave.

HISTORIA DE SAN SEBASTIÁN (CAMINO Y ORELLA)

5 - EL URUMEA Y SUS NAVÍOS

jueves, 28 de marzo de 2013

4 - FERRONES

En esta época de la historia de San Sebastián existía una forma de trabajo que, además de ser de las más antiguas que se conocen, es también sugestiva.

Me refiero a los ferrones, los herreros.

En aquellos años -1200, 1300- las villas estaban casi siempre fortificadas o amparadas por castillos o por monasterios, que protegían a los que vivían en ellas. Con frecuencia los señores y los obispos adquirían así un carácter tutelar.

Por las noches, las puertas de las ciudades se cerraban y ello producía la misma sensación de seguridad que la llave y el cerrojo de una casa.

Fuera de los muros quedaba el monte, el bosque o el llano, solitarios y amenazantes, con sus peligros nocturnos. En ocasiones, ¡cuántos acechaban a los viajeros a los que sorprendía la oscuridad lejos de la muralla de la más próxima villa!

3 - ALREDEDORES DONOSTIARRAS

Posiblemente que en alguna excursión habréis descubierto un paisaje que de tan maravilloso no se os olvida con facilidad.

Y es que, encadenados como estamos al cemento de la calle y a las grandes edificaciones, la inclinación por la Naturaleza -el cielo, el mar, los ríos y los montes- que todos sentimos, nos domina en los momentos en que podemos disfrutar de ella. del campo volvemos a la ciudad un día de fiesta o excursión, fortalecidos y tonificados, como más repuestos.

De la deliciosa contemplación de la Naturaleza podían disfrutar ampliamente los donostiarras de aquellos siglos XI y XII. Cuanto mayores son las poblaciones, más terreno roban a la Naturaleza. Y las ciudades acaban así careciendo de un rinconcillo donde cante un ruiseñor o donde una débil hoja murmure al viento. 

El valle del Urumea, cercano a San Sebastián, era feracísimo. Las colinas estaban materialmente recubiertas de toda clase de árboles : robles, olmos, castaños y hayas, fresnos y acacias.

2 - VOCACIÓN MARINERA

San Sebastián, Ciudad levantada sobre la mar y sobre la arena, y como asentada sobre ellas, mira el mar con una íntima compenetración de buenos amigos.

¿Qué se dicen una al otro?

De siempre, el pueblo vasco ha sentido por el mar una innata, indescifrable vocación. Se ha dicho, muy certera y bellamente, que el pueblo vasco ha vencido cuando ha puesto sus bosques en marcha -bosques de esas húmedas profundidades guipuzcoanas, sombrías y sonoras- y se ha hecho a la mar con otros bosques de palos y velas ......

Además, el mar ha sido para San Sebastián un medio riquísimo de sustentos. Pesca y comercio fueron su medio de trabajo y vida durante siglos.

Marinos fueron vascos ilustres: Elcano, tan hombre de mar que dio el primero la vuelta al mundo navegando; Juan de Garay, fundador de Buenos Aires; Legazpi, conquistador de Filipinas; Oquendo, el guerrero. En esta historia irán apareciendo con el Urumea, nuestro río, que yo quisiera, describiros tan a lo vivo que pudiera oírse el estrépito del martilleo, de las sierras y de los talleres.

¿Por qué esa vinculación de nuestro pueblo con el mar? Es, sin duda, la fuerza de una vocación, que existe en los pueblos como en los hombres. Si no ¿por qué tenéis vosotros una inclinación, una llamada -eso quiere decir vocación- hacia tal o cual cosa, o por la música, por leer mucho o por hacer operaciones con números? 

El mar es un horizonte lleno de aventuras y de incertidumbre, cercano y sin fin. Para lanzarse a él hace falta valor, porque hay peligro. Y el vasco es temerario y valiente. 

Y el mar es también la contrapartida de ese pedazo de tierra seguro, pacífico y firme -el caserío- donde reina la laboriosidad -otro de los patrimonios de la raza vasca-, pero en donde el horizonte es estrecho y el alma del vasco -incansable, guerrera- se ahoga.

1 - VISTA GENERAL

Resulta difícil imaginar como era San Sebastián al principio de esta historia. Tenemos que empezar desde el año 1000, nada menos.

Porque la Ciudad de hoy es diametralmente distinta de aquella a la que forzosamente hemos de referirnos.

Era un pueblo pequeño. El Urumea no tenía el mismo cauce que ahora. El río, que nace en Navarra, y la bahía reducían la Villa a una península. El Ensanche de Amara, la calle de San Martín y zonas cercanas eran marismas. El río Urumea era, por tanto, mucho más extenso, ensanchándose libremente por meandros amplísimos.

Tampoco el muelle tenía  la misma configuración. Era más estrecho que el actual, protegido del viento por el monte Urgull.

Imaginemos también una muralla posterior que corriera a todo lo largo de su terraza -desde donde hoy vemos la carga y descarga de los barcos o la llegada de los pesqueros- hasta poco más o menos el actual Gobierno Militar (1). Desde aquí iba recta por el Boulevard hasta el punto ideal de la Brecha. Y dentro de ese recuadro, que configurará la Parte Vieja, un pueblecito con calles estrechas, casas de madera muy apiñadas, fuentes públicas, iglesias y tiendas. Sin cines, ni teatros, ni cafés, ni coches: San Sebastián.

En pleamar, sobre todo en las vivas de septiembre, San Sebastián se convertía en una auténtica isla. Sólo un camino pequeño se libraba del agua, y por él aquel pueblo establecía contacto con los caseríos de las colinas  y valles próximos.

Enfrente había estado de siempre el núcleo de caseríos llamado "El Antiguo". Las palabras tienen valor etimológico y éste lo posee bien claro. Posiblemente aquella agrupación de caseríos fue anterior en el tiempo al núcleo asentado al pie de Urgull. Hasta tiempos relativamente próximos, en el tercer día de Pascua de Pentecostés el Ayuntamiento de Hernani se trasladaba a la Iglesia Parroquial de San Sebastián del Antiguo, en procesión solemne, por una costumbre antiquísima de origen desconocido, y en corporación presidida por el Alcalde con vara alzada. Gesto que tuvo, sin duda, carácter de recuerdo de una misma jurisdicción a que ambos pertenecieron.

En ese cuadrángulo, protegida del Urgull del peor viento -el Noroeste- afincó la Villa, donde vivían comerciantes y artesanos, muchos de ellos franceses.

Pertenecía al término de Hernani. Poseía dos iglesias, Santa María y San Vicente. Era laboriosa, abnegada y leal. Callada y modesta. Y la aguardaba, acaso sin que nadie lo imaginase, un brillante porvenir durante la larga Edad Media, en la que con esta configuración se nos presenta.

(IGNACIO PEREZ-ARREGUI FORT - HISTORIA DE SAN SEBASTIÁN)

Breve descripción corográfica de San Sebastián - V

5. El terreno sobre que está erigida la ciudad así como sus contornos, es sumamente arenisco y se encuentra poca greda, de donde resulta no haber lodos cuando llueve, que suele ser con exceso, tanto en las calles como en los públicos caminos y paseos, sucediendo al contrario que en otras partes, que cuanta más agua caiga, quedan más limpios, porque las arenas que no se pegan al suelo por su aspereza, las arrastran consigo las impetuosas corrientes que corren por las calles y caminos, y donde han llegado a formarse charcos y balsas, al instante se evaporan con los golpes del viento y calor del sol. 

Breve descripción corográfica de San Sebastián - IV

4. Hay también dentro de la Ciudad otros notables edificios, entre ellos el palacio de los Marqueses de Mortara, donde se alojaron Carlos V y Felipe III y IV; el de los Marqueses de San Millán y Condes de Villalcázar, mereciendo este último particular atención por su despejado frontispicio. Ni es de omitir el disforme promontorio de la casa llamada vulgarmente de Perú, hecha el año 1536, en la calle Mayor, por Juan Martínez de Oyaneder, obra que da una idea la más caprichosa y donde se reconoce el genio de nuestros antepasados a todo lo que era hacer respetables sus edificios, aunque fuese con la pensión de vivir entre luces y tinieblas. Todas las casas de San Sebastián son generalmente elevadas de tres y cuatro altos, lo que causa alguna oscuridad en las calles. Son poco anchas, pero de mucho fondo. Fuera de los muros se registran también hermosas quintas y casas de campo, amenizadas con jardines artificiales y otros objetos deliciosos, propios de los moradores de la campaña. Sobresale entre todas la de los Marqueses de Roca-Verde, modernamente ejecutada, y hay también otras buenas en sus inmediaciones.

HISTORIA DE SAN SEBASTIÁN (CAMINO Y ORELLA)