Carlos II: amenazan en su reinado á San Sebastian y otras fortalezas de Guipúzcoa ejércitos y armamentos de Francia: solicitacion de D. Juan de Austria para que, à influjo de la Ciudad y Provincia sea expelido del Reino un áulico caracterizado: bajeles de Reales Armadas aprestados en Pasajes: acércase á San Sebastian la escuadra holandesa con tropas auxiliares: se apura la obra de sus fortificaciones: Escudo de Armas de la Ciudad, su significacion y tambien la de las armas de Guipúzcoa: estrages del Castillo de la Mota con explosion de la pólvora: la titulo de M. N. y M. L. que nuevamente se da á San Sebastian.
1. Muerto Felipe IV en 1665, y sucedídole en la soberanía Carlos II, durante su minoridad administraba los negocios de la Monarquía la Reina Madre Gobernadora D.ª María Ana de Austria: á madre é hijo besó mano en nombre de la Provincia de Guipúzcoa D. Blasco de Loyola, Secretario del Despacho Universal, presenciando este acto muchos Grandes, Títulos, Ministros y Caballeros particulares que concurrieron á Palacio. Rehusando la misma Reina Gobernadora entregar á Luis XIV el Brabante y otros Países Bajos á que pretendia tener derecho, se declaró guerra abierta entre ambas naciones el año 1667. Recelóse con justos motivos que tal vez pudiera el Rey Cristianísimo emprender alguna tentativa contra la plaza de San Sebastian, aunque el principal teatro de la guerra fueron los mismos Países-Bajos. Escribió, pues, Ciudad á la Reina Gobernadora, manifestándola lo fervorosos que estaban sus vecinos, preparados para defender padre por hijo este importante presidio, á lo que respondió con fecha de 18 de Junio del mismo año, agradeciéndole su celo, y añadiendo que à fin de ponerse la Ciudad con la seguridad que convenia, se estaba con cuidado en hacer las prevenciones que fueren necesarias; y en 18 de Julio mandó S. M. se cоlocase en el puerto de Pasajes, para su resguardo, la gran cadena de fierro, por recelos de la Armada que levantaban los franceses en la Rochela, pudiendo sospecharse que parte de ella tocase en estas costas, y sorprendiese á dicho puerto, habiendo avisado tambien el Duque de San German, Capitan General, y la Provincia estuviese prevenida la gente para acudir á las plazas de San Sebastian y Fuenterrabía en caso de invasion, pues habian llegado algunos navios franceses hácia Endaya.
2. En 1669 recibió la Ciudad oficio de la Provincia, remitiéndosele copia de cartas de la Reina Gobernadora y Presidente del Consejo, en respuesta á las que escribió dicha Provincia á S. M., enviando originalmente la que dirigió á Guipúzcoa el Infante D. Juan de Austria, en que solicitaba su influjo para que fuese desterrado de España el P. Eberardo, Confesor y Privado de là Reina, á cuyas venganzas y ódio mortal atribuía el Príncipe sus persecuciones y trabajos. Aprobó la Reina la conducta y circunspeccion con que procedió la Provincia en un asunto tan vidrioso y delicado; y cuando tiempos adelante, entró al Gobierno de la Monarquía el mismo D. Juan, felicitáronle por ello en nombre de San Sebastian D. Miguel de Aramburu y D. Juan de Idiaquez Isasi.
3. Hallábanse surtos en el puerto de Pasajes en 1671 varios bajeles de la Real Armada, que salieron á la mar bajo el comando del General D. Juan Francisco Roco del Castilla, y ene 1674 estaba igualmente la Capitana Real, para cuyo resguardo y alejar insultos de enemigos, proveyó la Ciudad anduviesen rondando chalupas á la boca del mismo puerto de Pasajes, quedando muy satisfecha la Reina Gobernadora de este servicio, quien en carta de once de Junio hizo á la propia Ciudad la insinuacion siguiente: «Ha parecido deciros ha sido para Mi muy >grata esta noticia por la importancia de asegurar un galeon de tanta >fortaleza y representacion, siendo muy propio de vuestro atiguo cеlo». Este galeon y Capitana no zarpó de Pasajes hasta el año siguiente de 75, dotándola con marinería guipuzcoana á las órdenes del almirante D. Antonio Castaños.
4. Habiéndose formado aquella poderosa liga entre España, el Emperador Leopoldo, el Elector de Brandembourg, todos los Principes del Imperio, Inglaterra, Holanda y Dinamarca contra la potencia preponderante de Luis XIV, peligrosa al equilibrio de la Europa, sin embargo de haber sido teatro de la guerra los Países Bajos, hubo grandes aparatos marciales con que la Francia amenazaba á la provincia de Guipúzcoa en dicho año de 1674. Su Capitan General, D. Baltasar de Rojas y Pantoja habia encargado á la Provincia el mes de Mayo se pusiesen algunos naturales del país á defender los esguazos del rio Bidasoa contra las tropas francesas que se iban juntando en la de Labort, y que en breve llegarían hasta 10.000 hombres al comando del Mariscal Albret, que desde Burdeos se transfirió á Bayona, donde esperaba se le agregasen el Marqués de Puyana, Conde de Tolonson, Vizconde de Abremon, con algunas milicias, asegurándose que todas estas fuerzas se dirigian al sitio de Fuenterrabía, á cuya plaza iba á encerrarse el mismo Capitan General. Con efecto, ya empezaban á moverse dichas tropas en Labort, al parecer para invadir á Fuenterrabía y San Sebastian, y en esto la Diputacion á guerra de Hernani recibió órdenes del Rey, para que se supliese la falta de tropa arreglada con los naturales de la Provincia, y que sobre todo, estuviesen prevenidos hasta mil hombres para acudir á donde urgiese más la ocasion, y con este motivo se juntó la Provincia en el mismo Hernani. A principios de Agosto se descubrió una armada holandesa de 45 bajeles, y su General el Almirante Tromp entró en San Sebastian, dejando á vista de su puerto dicha armada, y despues de haberse mantenido siete dias en la Ciudad, fué á Pasajes, aunque tampoco aportó aquí la escuadra, en la cual venia tambien el Conde de Hornes para Comandante de la Infantería. Sin embargo de no haber saltado á tierra la tropa holandesa, empezaroń á retirarse desde Bayona las milicias de Bearne y Bigorra, temerosas del armamento bátavo, y de las gentes auxiliares que traía, bien que quedaron en la misma Ciudad de Bayona dos mil hombres de guarnicion y varias partidas de caballería, y aún se mandó al mariscal Agramont pasasen de nuevo á la frontera las tropas que se habian retirado.
5. Continuando estos bélicos aparatos, se hicieron á la vela desde el puerto del Pasaje varios navios de la Real Armada, para cuyo remol que fué menester se pidiesen á la Ciudad hasta diez y seis lanchas. Además, como no obstante las conferencias de Nimega, entre las potencias beligerantes se vivia con recelo de que llegarian á romperse hostilidades en el Reinado de Cárlos II entre las casas de Austria у Borbon, vinieron repetidas instancias de la Corte, para que con toda actividad se acábasen de perfeccionar las fortificaciones exteriores y baluartes de San Sebastian. Esto sucedió hasta el año 1682, y en la misma época despachó el Rey Cédula aprobando el establecimiento de un Consulado y Casa de Contratacion en San Sebastian, del cual se hablará despues, y entónces mismo con fecha de 24 de Mayo por el Rey de armas la certificacion del escudo de las que usa esta república desde inmemorial tiempo, y consiste en una nao ó fragata de plata con ondas de mar igualmente plateadas, sobre campo azul, con su coronel y orlas de oro matizado encima, y á la circunferencia por el rededor una inscripcion que dice: Por Fidelidad, Nobleza y Lealtad ganadas: y en el medio dos S.S, esto es, San Sebastian. Ignórase cuándo hubiese comenzado á distinguirse la Ciudad con estas insignias, cuya organizacion representa con energía y propiedad del arte de blason, sus hazañas por mar en servicio de los soberanos de Nabarra y Castilla; pero se puede creer tendría principio este notable escudo de armas desde que se introdujeron las significaciones geroglificas de nobleza y acciones ilustres, cuya primera regla, á lo ménos, segun las reglas del sistema actual heráldico, es bastante incierta; pero apénas pasará de los siglos medios y constitucion feudad. La misma incertidumbre de su orígen se nota en el antiguo escudo de armas de la Provincia de Guipúzcoa, cuya investigacion ha ejercitado las especulaciones de varios ingenios; bien que se nos hace probable que el retrato de aquel monarca sentado sobre su trono, con púrpura y espada ó cetro en mano, representa á D. Alonso VIII de Castilla, en cuyo reinado se incorporó Guipúzcoa á la misma Corona de Castilla, aunque los tejos sobre ondas de mar serán, sin comparacion, mucho anteriores, y dificiles de averiguar sobre su principio: pueden tal vez aludir á los tres partidos en que tiempos atrás se dividia Guipúzcoa, y eran los dos valles de Mondragon y Segura y la marina, como pensaron Garibay y Oihenart. Lo cierto es que aquellos tres árboles se dibujaban en el escudo de dicha provincia mucho antes que la Reina D. Juana le añadió en cuartel separado las doce piezas de artillería, por más que Henao hubiese creido lo contrario, bien que el mismo vino á desengañarse cuando se le manifestó un escudo muy antiguo, en que estaban los tres árboles ó tejos, y nosotros hemos visto otro igual en que se selló la sentencia arbitraria entre San Sebastian y su Preboste el año de 1488, en Juntas generales de Hernani. En las últimas que se celebraron por la Provincia en Tolosa el de 1787, propuso por asunto á los eruditos la averiguacion de lo que significa aquel monarca sentado en su sólio; pero poco se puede indagar más de lo dicho.
6. Proseguia con ardor en 1684 la guerra de España y Francia durando todavía la famosa liga de Augsburgo, en que habian entrado á más de España otras potencias de Europa, contra el poder excesivo de Luis XIV, siendo dicha liga obra de Guillermo Nassau, Principe de Orange. Divulgóse el rumor del movimiento de las tropas francesas, que se recelaba se encaminarian á Guipúzcoa. Movido de este recelo, participó Cárlos II á la Ciudad de San Sebastian en 7 de Febrero del dicho año de 84, que por lo mucho que importaba poner en estado de defensa aquella plaza y otras inmediatas, habia mandado S. M. se juntasen algunos doblones, que traeria el Duque de Canzano, prometiendo otros mayores socorros de víveres, municiones y dinero, y recordando á la Ciudad atendiese como siempre á su propia defensa, y apurase sobre todo la conclusion de las fortificaciones delineadas. Hácia este tiempo se estaban ofendiendo mútuamente con baterías la plaza de Fuenterrabía y el burgo de Endaya, donde de órden del Rey Cristianísimo se construía un castillo en tal proporcion, que dominase por su situacion ventajosa, así á la misma plaza de Fuenterrabía como al desembarcadero del Vidasoa, por lo que, agravándose los recelos de que estos bélicos aparatos vendrian á parar en sitiar á San Sebastian, fué enviado de la Córte el grande Ingeniero Octaviano Meni para continuar la obra de las fortificaciones exteriores. Fueron todavía más fundados estos temores, cuando se supo que el Mariscal de Bellefont habia llegado yạ á Bayona con varias tropas de infantería y caballos, lo que avisó al Rey la Ciudad, y mereció que le respondiese con data de 28 de Marzo expresando cuánto se procuraba y atendia á su resguardo y defensa, para cuyo fin se habian remitido diferentes cantidades de dinero al Duque de Canzano, y seguirian otras más, y con fecha de 25 de Abril se recibió otra carta del Rey con noticias de haberse ordenado por S. M. se enviasen 10.000 doblones, y que de Bilbao y Cádiz se proveyese la pólvora necesaria para defensa de la Ciudad y demás plazas de Guipúzcoa: que la infantería que se iba levantando en Castilla con destino á Flandes guarneciese dichas plazas, á donde pasaría tambien Juan Compin, maestro artificial de fuegos, para instruirá los artilleros y demás oficiales de los presidios. Poco antes habia penetrado el ejército francés hasta Roncesvalles por el Pirineo con 13.000 infantes y 3.000 caballos, apoderándose de Burguete y otros puestos, bien que luego retrocedió á San Juan de Pié del Puerto, y segun aviso del Duque de Canzano á San Sebastian, el intento del enemigo era dividir sus operaciones bélicas por Cataluña, Nabarra y Guipúzcoa, hallándose toda la escuadra francesa en Brest para facilitar las que se dirigian contra esta última, y aún añadia correr voces de que el Marqués de Buflers con más de 12.000 hombres y una armada, se iba acercando á sitiar á Fuenterrabía. La Provincia habia mandado con estos temores estuviese pronta á primera órden la gente más escogida de sus pueblos para resistir á la invasion con que, por momentos, estaba amenazando la Francia, y convocó junta para Rentería. Llegado el año de 1685, cada dia se iban aumentando recelos de los movimientos del enemigo, y más cuando ya en Agosto se supo haber entrado el 6 del mismo en Bayona el Marqués de Buflers con el intendente general de Francia, por lo que luego se emprendió poner en estado de defensa al Castillo de la Mota de San Sebastian, por órden expresa del Rey, persuadiéndose el Duque de Canzano, que segun las actuales circunstancias, solo podia retraer al ejército del Rey Cristianísimo de plantar sitio sobre la Ciudad la imposibilidad de rendir la insuperable fortaleza del mismo castillo. Con efecto, no llegó á verificarse dicho sitio, y así quedaron las cosas hasta el año de 1688.
7. Una de las tempestades más deshechas que se tiene noticia haber experimentado San Sebastian, sucedió á 7 de Diciembre del mismo año. de 88, habiendo volado parte del castillo de la Mota con una violenta explosion de la pólvora inflamada por algunos rayos que cayeron, de cuyas fatales resultas murieron desgraciadamente varias personas, quedaron sentidos los edificios, y padecieron hasta las iglesias mismas, situadas á raíz del monte, sobre cuya cumbre se halla dicho castillo. La Ciudad procuró resarcir los daños causados por este terrible fracaso, y no tardó en recibir una carta expresiva del monarca con fecha de 24 del mismo mes, dándole gracias por su celo, y participándole venian algunos socorros de la Corte para subsanar los perjuicios. No es esta la única vez que San Sebastian se haya visto consternada con tan trágico suceso, pues en 4 de Diciembre de 1575, habiéndose levantado un furioso huracan se precipitó sobre el mismo castillo un gran rayo, volando 25 barriles de pólvora, y arrojando su violencia varios maderos chamuscados encima de los tejados de la Ciudad, señaladamente en las casas del Secretario Juan de Arbelaiz, de que sobrevinieron muchas desgracias. La Ciudad, en recuerdo de tan funestos acontecimientos, y para que en adelante la preserve Dios de semejante azote, cada año hace pública rogativa el dia de la Concepcion de Nuestra Señora y su octava; en esta última con procesion claustral, llevando la devota imágen del Coro. ¡Ojalá que para evitar el peligro se pusiese tambien en efecto la providencia de trasladar el almacen de pólvora tras el monte de Igueldo como se habia pensado antes entre la Ciudad y el Comandante General Conde de Flegnies, segun sucede en otras plazas de armas!
8. Habiendo fallecido el siguiente año de 1689 la Reina D.a María Luisa de Orleans, y esperándosele en España á D.ª María Ana Neuburg, con la cual volvió á contraer matrimonio el monarca viudo, escribió á Guipúzcoa el Conde de Oropesa, sobre disposiciones que se habian de tomar para en caso que la nueva Reina arribase á San Sebastian ú otro puerto de la provincia en lugar de ir á parar á Santander, á donde se habia destinado su desembarco. En 1691, á solicitud de la Ciudad, fué convoyando la fragata guarda costa de Guipúzcoa á la Capitana Real del Occéano, de que se manifestó agradecido el Rey á dicha Ciudad en carta de 19 de Agosto. Los inmediatos de 92 y 93 pusieron en algun cuidado á la Provincia y á su Comandante General D. García Sarmiento las tropas francesas que desde Burdeos y la Rochela pasaban á Bayona en número de 15.000 hombres, habiendo conducido tambien al Castillo de Endaya 70 carros con municiones, y asi se proveyó á la defensa de las plazas de San Sebastian, Fuenterrabía y puerto de Pasajes. Continuando el año siguiente de 94 los recelos de invasion, participó el Rey á la Ciudad con data de 9 de Julio haber mandado al mismo D. García Sarmiento lo que habia de ejecutar para la defensa de esta plaza, que, segun se temia, corria peligro la sitiasen las tropas francesas, añadiendo se suministrarian otros auxilios para resguardo de dicha plaza, como correspondia al amor con que siempre procuraba S. M. la conservacion de tan leales y buenos vasallos. Al mismo tiempo se recibieron avisos del Condestable de Castilla y otros personajes, confirmando la noticia de los grandes aparatos que se hacian en Francia y provincia de Labort, y que se habia determinado á enviar tropa arreglada para guarnecer å San Sebastian y otras fortalezas de Guipúzcoa. Siempre se vivia con estos sobresaltos de guerra, hasta que en 1697 se ajustó la paz de Risvuich entre España y Francia, y así en aquel intermedio no se veían sino disposiciones marciales en Guipúzcoa. Sus, moradores se ejercitaban en la disciplina militar renovando aquellos alardes y muestras de armas que desde muy allá acostumbraban hacer ciertos dias los pueblos de dicha Provincia. Cada paso se repetian órdenes de la Córte para perfeccionar las fortificaciones exteriorcs de San Sebastian y de su castillo, como tambien de las de Fuenterrabía, y se trataba de circunvalar con murallas á Guetaria y Motrico,
9. Con fecha de 15 de Junio de 1699 expidió el Rey un diploma a favor de San Sebastian, añadiendo al título que gozaba de Noble y Leal, el timbre de Muy Noble y Muy Leal, en consideracion á que por otra Real Cédula de Cárlos V de 28 de Diciembre de 1542, se le habia dado igual ilustre denominacion, aún cuando solo era villa, sin embargo de que la Provincia de Guipúzcoa habia puesto tiempos atrás algun reparo aun á solo el título de Noble y Leal, prerendiéndole exclusivamente para sí, como consta del libro de sus Fueros, bien que posteriormente quedó corriente que solo hubiesen de distinguirse con el blason de M. N. y L. la misma Provincia y las Ciudades de San Sebastian y Fuenterrabia, mas no otras repúblicas particulares que habian aspirado á igual epiteto en grado superlativo.
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