Felipe V: antes de ser declarado Rey de España, con el rumor de la muerte de Carlos II, bajan tropas á Bayona para invadir á San Sebastian y otras fortalezas de Guipúzcoa: proclamado por monarca entra en San Sebastian, siguiendo su derrota á Madrid: guerra de sucesion, y llega la flota à Pasajes: privilegio de la media descarga, confirmado à la Ciudad: no 1lleva efecto el establecimiento de Aduanas en los puertos marítimos de Guipúzcoa, siendo contrario à sus Fueros.
1. Toda la Europa estaba puesta en movimiento sobre la sucesion al trono de España, cuando en esto se divulgó el testamento de Cárlos II, último Rey de la Casa de Austria, otorgado en 2 de Octubre de 1700, llamando á la monarquía á Felipe, Duque de Anjou, nieto de María Teresa de Austria, hija de Felipe. IV y esposa del gran Luis XIV, desvaneciéndose los famosos tratados de reparticion que se habian formado entre las potencias que anhelaban la soberania, y en los que se quiso adjudicar á la Francia, con otras provincias, la de Guipúzcoa, por la importancia de los puertos de San Sebastian y otros para el comercio marítimo, que tanto deseaba fomentar el gabinete de París en el Occéano Aquitánico, donde no tenia otros puertos següřos en aquellos descarnados afenales y costa perdida de las Landas entre Bayona y Burdeos, region la más desapacible de Francia, reduci da á unos tristes pinares, y casi insusceptible de la habitacion de los hombres, sin embargo de que una nacion infeliz y fugitiva habia pretendido establecerse alli el siglo pasado.
2. Habia llegado á tanto en ello el empeño de la Fransia que, habiéndose esparcido el mes de Octubre de 1700 un rumor de haber faIlecido Cárlos II, bajaron luego en posta á Bayona el Duque de Harcurt, los generales de artillería y marina y otros jefes con órden de Luis XIV, quien habia mandado se juntasen en aquellas plazas y sus inmediaciones de 20 á 25.000 hombres con el fin de apoderarse de San Sebastian, Fuenterrabla y Pasajes, y no obstante haber salido falso dicho rumor, fueron continuándose estos preparativos marciales que iban aumentándose hasta el número casi de 40.000 hombres, sacando para ello del castillo de Bayona veinte cañones con tres mil bombas, y aprestándose algunas fragatas en la provincia de Labort, retirando tambien los comerciantes sus efectos, lo que puso en bastante consternacion á Guipúzcoa, que no se descuidó en tomar providencias oportunas en tan inminente peligro, ordenando á los pueblos de Hernani, Rentería, Oyarzun, Astigarraga y Lezo, que estuviesen al arma para acudit al primer aviso, habiendo pedido tambien bastimentos el Capitan General Marqués de Viilafiel para la plaza de Fuenterrabía, la más expuesta á la invasion, y la villa de Lequeitio ofreció á la de San Sebastian iguales socorros, en cuya jurisdiccion se alistaron hasta cerca de 150o paisanos bien armados.
3. Por fin cesaron tan terribles aparatos con la muerte de Cárlos II y publicacion de su testamento, y aclamado Felipe de Anjou por Rey de España, entró en el territorio de Guipúzcoa á 22 de Enero de 1701; en 27 del mismo, extraviándose algo de su.derroţa ordinaria á Madrid, quiso ver á San Sebastian, á donde habíendo llegado al punto de mediodía, montado sobre un lozano caballo blanco, fué recibido por el Gobierno municipal en la puerta de tierra, presentándole sus llaves en una preciosa bandeja el Alcalde, que lo era D. Josef Mendiząbal, sin embargo de la competencia suscitada por el Gobernador militar de que á él le correspondia con preferencia este acto honorifico. Desde el portal fué conducido el jóven monarca como en triunfo por la calle Mayor, cuyos edificios y los de la plaza vieja estaban exquisitamente, adornados de ricas colgaduras, á la iglesia mayor de Santa María, en cuyo vestíbulo, habiendo desmontado, entró al templo bajo de palio sostenido por los capitulares, cantando entre tanto el Clero que le recibió con las formalidades acostumbradas, en acordes voces alternadas con la armonía de instrumentos músicos, el himno sonoro del Te-Deum. Acabada esta funcion, y salido de la iglesia, donde oró y fué aclamado por su vicario D. Domingo de Larribaherrera, el monarca volvió á partir aquella tarde misma para Hernani, desde donde habia venido, ponderando, dice un escritor, S. M. y muchos Grandes que desde Francia le habian seguido, lo aseado de la Ciudad, y sobre todo la fortaleza del castillo, que la reputaron por inexpugnable.
4. A principios de la guerra de sucesion habia pasado órden el presidente de Castilla á Guipúzcoa, con fecha de once de Septiembre de 1702, para que se atendiese á la defensa del país en una situacion tan crítica en que la armada de las potencias coligadas habia acometido las costas de Andalucía, apoderándose de Rota y Puerto de Santa María, donde se cometieron los más execrables sacrilegios, sin perdonar á la inmunidad del Santuario. Hácia primeros de Junio del siguiente año de 3, las armadas de Inglaterra y Holanda bombardearon a Belle-Isle en Bretaña de Francia, lo que puso en bastante cuidado á San Sebastian y restante de Guipúzcoa, recelándose que aquel poderoso arnamento vendria tal vez á ejecutar lo mismo con los puertos de la Provincia, sobre cuyos temores se avisó al Rey, y se tomaron providencias oportunas para precaver el peligro, y se escribió al Duque de Ciudad-Real, Coronel de la gente armada de Guipúzcoa, para que cuanto fuese posible acelerase su venida á la defensa de la pátria, y se dió órden á la Ciudad para que velase sobre la seguridad de su puerto y del de Pasajes, á donde acudieron tambien de socorro las repúblicas más cercanas. El año inmediato de 1704, se habilitaron en el mismo puerto de Pasajes la Real Capitana y Almiranta, las cuales zarparon dé allí en 9 de Marzo, y el Rey escribió á San Sebastian lo servido que habia quedado del celo con que.dió la Ciudad hasta 200 marineros de los más acreditados para la dotacion de estos bajeles, y además los refrescos, sin admitir otros que justamente se les debieran suministrar á cuenta de la Real Hacienda, y enviando además con alguno de los más distinguidos capitulares varias lanchas para ayudar á la salida. En este tiempo se pasó un oficio en nombre del Rey Cristianísimo por Mr. Dubarbier sobre cuán satisfecho se hallaba de la fidelidad constante de Guipúzcoa á su Rey legítimo Felipe V, y desvaneciendo el sentimiento pundonoroso que habia manifestado la Provincia por haber creido hallarse persuadido aquel Ministro se daria por ofendida la Provincia misma de que se enviasen tropas francesas á la guarnicion de San Sebastian y Fuenterrabía, cuando lo requiriese así el peligro de ambas fortalezas. Continuando este peligro en 1705, avisó San Sebastian al Monarca no tener la competente guarnicion militar, á que se respondió por medio del Marqués de Mejorada cuidaria S. M. de la conservacion de la plaza. Apurábanse los temores de invasion en 1706, lo que obligó á tomar providencia de que todas las repúblicas de Guipúzcoa tuviesen prevenidás sus gentes con armas, porque hacia más sospechoso el peligro la 'entrada del ejército de Portugal por Castilla, y los poderosos armamentos marítimos que se habian introducido en el Mediterráneo, y aún se acordó en junta particular de San Sebastian se pidiese socorro al Reino de Nabarra, Bizcaya, Alaba y villa de Oñate, para en caso de alguna sorpresa del enemigo, y ahora mismo se hicieron preparativos para la venida del Rey, que, segun avisaba de Bayona el Comisario Dubarbier volvia por Francia habiendo de atravesar la Guipúzcoa. Ni el siguiente año de 1707 cesaban todavía los recelos de sorpresa, andando una division de fragatas enemigas cerca del bocal de Pasajes, por lo que la Provincia se puso en nuevo cuidado y comunicó órdenes á las Repúblicas para estar sobre sí. Nada omitía San Sebastian, y todo lo prevenía por señalarse su fidelidad al Rey en una guerra tan peligrosa á la estabilidad de la monarquía, como lo acredita una carta escrita á la ciudad por Felipe, Duque de Orleans, tio del Rey este año mismo: «Señores, dice, no es esta la primera vez en »que me consta la fidelidad con que habeis servido siempre al Rey Católico, mi sobrino, y la inviolable adhesion que habeis manifestado »por sus intereses; pero las nuevas seguridades que me han dado de »vuestra persona D. Ignacio y D. Juan Antonio Leyzaur, cuando me »entregaron vuestra carta, han sido muy satisfactorias, para mí para no »expresaros la grata sensacion que me causó su venida, y me basta ha- >ber sido comisionados vuestros para haberlos recibido con extraordi- >nario gozo. Quisiera tener otras ocasiones de acreditaros que soy »vuestrò amigo: Felipe de Orleans.»
5. Temiéndose que la flota de Nueva España fuese acometida por las armadas de potencias enemigas, dirigió el rumbo al puerto de Pasajes, donde entró convoyada por la escuadra francesa del comando de Mr. Duc el 27 de Agosto de 1708, de que luego se dió parte al Rey por San Sebastian, y habiendo asegurado los bajeles que la componían, se cerró dicho puerto con la cadena de la Ciudad, y para mayor seguridad, y porque no fuese invadida de alguna escuadra enemiga, como sucedió con la flota anterior, surgida en Vigo el año 1702, que pereció por la mayor parte siendo sorprendida por las armadas de Inglaterra y Holanda, se previnieron dos navíos en el Canal para echarlos á pique, en caso de necesidad, cegando el puerto y estorbando la entrada á cualquier acometimiento. Con arreglo á los privilegios de la Ciudad para que no haya comercio en Pasajes, sino sólo en San Sebastian, se acordó, de inteligencia con el Comandante General D. Pedro Navarrete, se pasasen á la Ciudad misma todos los géneros y efectos de la Flota, sin que se permitiese poner una tienda sola en Pasajes, no obstante alguna contradiccion que hizo Fuenterrabía. El siguiente año de 1709 se dotaron las quinientas plazas del Regimiento llamado de Guipúzcoa, el cual, aunque se quiso reducir á un solo batallon, sin embargo, convino el Rey á representacion de la Provincia en que quedase como entero Regimiento, habiendo de guarnecer á las fortalezas de San Sebastian, Fuenterrabía y Pasajes, enviando S. M. patentes en blanco de oficiales, que los fuese llenando la Provincia á favor de los sugetos, cuyo mérito fuese acreedor á los grados superiores de la milicia, y se nombró por Coronel á D. Francisco Idiaquez, y Teniente Coronel á D. Fernando de Izquierdo. Este año mismo recibió, así como otras provincias, la de Guipúzcoa aquel gran manifiesto de 'Felipe V en defensa de su Corona, contra los enemigos que tiraban á destronarle y obligar á salir de España, conmoviendo los ánimos con varios papeles impresos injuriosos al Rey Católico, que se divulgaban por Europa. El siguiente de 1710 se convocó á junta particular de la provincia, por noticias que hubo de que la Reina, con su hijo el Príncipe D. Luis, seguida de los Consejos, venía á Vitoria, por haberse apoderado el Archiduque Carlos de la villa de Madrid, y habiendo resuelto la misma Reina, que con efecto se hallaba ya en Vitoria, pasar á las aguas de Bañeras, se solicitaron de Guipúzcoa mil doblones de doņativo para gastos de este viaje, y se preparó la góndola de la Ciudad en que habia de embarcarse S. M. al pasar el Bidasoa.
6. Los continuos aparatos marciales, que tanto habian sonado los años atrás en Guipúzcoa, así como en lo más interior del Reino, se fueron desvaneciendo con la entronizacion del Archiduque Garlos en el Imperio, y cesaron totalmente mediante las conferencias y tratado de Utrecht, que restituyeron la paz á Europa, año de 1713.
7. Es, sin duda, particular el privilegio que ha gozado San Sebastian desde tiempos de Alfonso XI de Castilla, confirmado repetidas veces por sus sucesores en la monarquía, especialmente Enrique II, que de cualesquiera navíos que llegásen á sus puertos, aunque sea por arribada, se pueda extraer la mitad de la carga que consistiese en bastimentos, lo cual vulgarmente se llama media descarga. Habiendo ejecutado là Ciudad esta favorable regalía en los navíos Unicornio, Dorado, Nuestra Señora de Begoña y el Buen Jesús, que arribaron á San Sebastian el año 1713, en los que eran interesados varios comerciantes de Bayona, siguieron estos un ruidoso expediente en el Supremo Consejo de Guerra, despues de haber interpuesto los oficios más poderosos del Embajador de Francia, quejándose de este procedimiento, como si fuese contrario al derecho de las gentes, y sin embargo, obtuvo la Ciudad se despachase ejecutoria, confirmando para siempre la continuacion de esta prerrogativa, habiéndose primero hecho autos y pesquisa por el Mariscal de Campo D. Jacinto Pozobueno, mediante comision del Rey. Un privilegio tan insigne, del cual no todas las repúblicas pueden gloriarse, y que se concedió á la de San Sebastian por atencion á la esterilidad del país, incapaz de mantener con sus producciones naturales á un vecindario tan extendido, además de la tropa que en ella reside, no ha sido derogado hasta ahora, antes bien, fué nuevamente corroborado por Fernando VI en una Real Orden comunicada por el célebre Marqués de la Ensenada en 1746.
8. Bien notorios son los sucesos acaecidos desde el año de 1717 en adelante, con motivo de haberse empeñado tanto el ministro Cardenal Alberoni en establecer aduanas en San Sebastian, Pasajes y otros pueblos marítimos de Guipúzcoa, siguiendo el general sistema que se habia proyectado de quitar en todo el Reino estas barreras de comercio de los puertos secos, y trasladarlas á puertos mojados ó marítimos; bien que con el lenitivo de que los géneros destinados al consumo de los naturales de la Provincia no adeudasen, antes bien fuesen libres de todo derecho. San Sebastian y la Provincia misma, sin embargo de ver el teson con que el Cardenal-Ministro acaloraba poner en ejecucion sus designios y sin conmoverse nada, ni experimentar de la honrada fidelidad de sus hijos aquella fermentacion popular que perturbó el público sosiego en el Señorío de Bizcaya con igual motivo, hicieron las más humildes representaciones al Trono, para que no se pusiese en planta un establecimiento contrario á sus Fueros y libertades, juntando una vigorosa defensa con la más pacifica moderacion, y al fin merecieron por unos medios tan suaves conseguir su intento, lo mismo que habia sucedido doscientos años atrás con las pretensiones del Condestable de Castilla D. Pedro Fernandez Velasco, sobre imponer aduanas en Guipúzcoa, auxiliado del Corregidor, el Licenciado Varela, habiendo salido condenados uno y otro. Ello, las aduanillas de Tolosa, Cegama y Ataun quedaron en su mismo paraje, habiendo sucedido lo propio con las aduanas de Vitoria, Orduña y Balmaseda, y por las capitulaciones celebradas por los Diputados de Guipúzcoa y el Ministro D. Josef Patiño se arreglaron los medios más ventajosos de conservar invulnerables las libertades del país, sin ofensa de las regalías de S. M.
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