D. Pedro el único, Rey de Castilla: su venida à San Sebastian, que siempre se le mantiene leal, con otras particularidades pertenecientes à su reinado, y respectivas à la série histórica de aquella Ciudad: se vindica brevemente la memoria de este monarca severo: concordias entre guipuzcoanos é ingleses en Lóndres, y bayoneses sobre mútua amistad.
1. El reinado revuelto de D. Pedro, llamado el Justiciero, y las grandes calamidades que sufrió este Principe con la insurreccion de sus vasallos, fueron la ocasion más crítica, y como la piedra de toque en que se vió realzada la lealtad de los vecinos de San Sebastian hácia sus legítimos monarcas. Aquel soberano, á quien la entereza de su condicion ó la fatalidad de los tiempos le redujo al estado más lamentable de andar fugitivo de sus mismos súbditos, halló refugio y amparo en los moradores de esta Ciudad y dentro de sus muros, siendo así que para entónces habia abandonado su partido con muchos pueblos de Castilla toda la provincia de Guipúzcoa, que seguia la voz de su hermano Conde de Trastamara, ménos San Sebastian y la villa de Guetaria,¹ pues en lo más recio de sus contratiempos, habiéndose dado á la vela en la Coruña año de 1366, se acogió á la misma villa de San Sebastian con veinte y dos navios, una galera y otros bajeles, donde venian sus tres hijas las infantas D.ª Beatriz, Isabel y Constanza, y otras gentes de su séquito con 30.000 doblas en oro y 36 quintales de plata, que son 7.200 marcos, á que se seguia otra division de navíos que traia á su cargo Martin Yañez, Tesorero, con muchas riquezas y alhajas de oro, aljófar y piedras preciosas, los cuales tuvieron la desgracia de ser apresados por los sevillanos, contrarios al Rey D. Pedro, ántes que llegasen al puerto de San Sebastian. Aquí se mantuvo el monarca hasta que pasó á Bayona á tener vistas con el Príncipe de Gales Eduardo, para formar una liga ofensiva y defensiva entre si contra D. Enrique, Conde de Trastamara, la cual confederacion se entabló con efecto en Cabreton, prometiéndose al Principe el Señorio de Vizcaya y Castro-Urdiales, de que resultó la entrada de los ingleses con el mismo Rey D. Pedro y varios castellanos en España por la parte de Roncesvalles, habido prévio consentimiento y salvo-conducto de Cárlos, Rey de Navarra, quien tambien se halló en las vistas de Bayona, y habiendo atravesado la cuenca de Pamplona y los llanos de la Burunda, se apoderaron de la villa de Salvatierra en Alava, y consiguieron la famosa victoria de Nájera, en que fué destrozado el ejército de D. Enrique por el de D. Pedro, á quien solo seguian 800 castellanos con las tropas inglesas, Ta mejor milicia que entónces se conocia en Europa. No paró en esto la incontrastable fidelidad de los de San Sebastian para con el Rey D. Pedro, sino que aún despues de su trágica muerte en el campo de Montiel, sucedida el año 1369, mantenian cierto número de bajeles á la embocadura del rio Guadalquivir, siguiendo la voz póstuma y partido del difunto monarca. E la Flota de Portogal de Galeas, y algunas naves de San Sebastian que es una Villa de Guipúzcoa, y tobieron siempre con el rei D. Pedro estavan en el rio de Guadalquibir, en guisa que Sevilla no havia la mar suelta. Así la crónica de D. Pedro. Heróica lealtad, digna de espíritus generosos, y que el mismo Rey D. Enrique II, hermano suyo, elogió sobremanera en las instrucciones que comunicó á su hijo don Juan I, cuando enen los últimos alientos de su vida le encargaba hiciese siempre la mayor confianza de aquellos vasallos, que inapeablemente estuvieron adheridos al infeliz D. Pedro, aún en medio de sus más terribles desgracias.' Ni es extraño que San Sebastian hubiese conservado esta buena ley á su monarca, quien desde los principios de su reinado le habia distinguido con varios privilegios, como un Principe benéfico, el que si fué, como dicen, cruel en sus hechos, no lo fueron ménos acaso las plumas que tal vez se ensangrentaron más de lo justo en exagerar muchas de sus decantadas atrocidades, no siendo nosotros los primeros que discurrimos así. Si su grande enemigo Pedro Lopez de Ayala, preso en la batalla de Nájera, y enconado desde entónces contra el Rey D. Pedro, y D. Rodrigo Sanchez, obispo de Palencia, se empeñaron en dejar al mundo una pintura infame de aquel monarca, tampoco faltaron otros escritores antiguos que vindicaron su honor. Tales fueron, entre otros, un D. Juan de Castro, un D. Francisco de Castillo, este último en su obra de la teórica de virtudes y tratado sobre la práctica de las virtudes de los buenos Reyes de España, dedicados al Emperador Cárlos V, para cuya prueba basta citar solo este fragmento suyo: El Gran Rey D. Pedro, que el mundo reprueba por serle enemigo quien hizo su historia, fué digno de clara y famosa memoria, por bien que en justicia su mano fué seva. No siento ya cómo ninguno se atreva decir contra tantas vulgares mentiras de aquellas locuras, cruezas é iras que su mui viciosa Chronica aprueba. No curo de aquellas: mas yo me remito al buen Juan de Castro, Prelado en Jaen, que escribe escondido por celo del bien 339 su Chronica cierta como hombre perito. En fin, no permite nuestro instituto extendernos en formar largas apologías del Rey D. Pedro, y sincerarle de todas aquellas crueldades que se le han atribuido, y que aun cuando sean ciertas, no fué él mismo autor de ellas, sino los malos áulicos que abusaron de su persona hasta apoderarse de los Sellos Reales y publicar Decretos en nombre del Monarca, para echar á él las culpas de las efusiones sanguinarias que ejecutaban en sus émulos; bien que no negarémos haber sido aquel Principe naturalmente severo é inclinado al rigor en la administracion de la justicia. Nadie le ha defendido mejor que el autor de la preciosa, pero rara obra intitulada: El Arbitro entre el Marte Francés y las Vindicias Gálicas, impreso en Pamplona, año 1646.
2. Los privilegios que se dijo haber sido concedidos por el Rey don Pedro á San Sebastian, fueron: 1.° que no se pagasen diezmos en la villa de Tolosa por los géneros que venian de Navarra para el mismo San Sebastian, fuesen comestibles, fuesen otras mercaderías; su fecha en Illescas 20 de Abril de 1351: 2.0 que para fomentar el comercio de San Sebastian fuesen libres los mercaderes navarros de contribuir con el diezmo de cualesquiera géneros que embarcasen ó desembarcasen en su puerto, no siendo de Castilla; su data en las Córtes de Valladolid 3 de Noviembre de 1351: 3.° que los naturales de San Sebastian no pagasen portazgo, ni otro derecho, ménos en Toledo, Sevilla y Murcia; en las mismas Córtes de Valladolid de 1351.
3. Subsiste además en el Archivo de la Ciudad un privilegio original del Rey D. Pedro con su sello de plomo, pero muy desgastado, declarando á la villa de. Hernani por lugar perteneciente á la jurisdiccion de San Sebastian, y mandando que las apelaciones de los Alcaldes de aquella, se dirigiesen á los de esta. Así lo expresan el epígrafe ó rótulo de dicho privilegio, y todos los inventarios antiguos.
4. En el mismo año de 1351 á 1.° de Agosto, se asentó escritura de concordia en Lóndres, entre los guipúzcoarios y vasallos del Rey de Inglaterra sobre comercio, y se ajustó otra entre dichos guipuzcoanos y la ciudad de Bayona, el de 1353 en Santa María de Fuenterrabia, siendo los Procuradores de San Sebastian Juan Gomiz y Martin Guillelmo, en cuyo año mismo habian entablado tambien otro tratado de confederacion los bayoneses con bizcainos en la propia iglesia de Fuenterrabía. Nuevamente se corroboraron estas capitulaciones entre San Sebastian, Bayona, San Juan de Luz, Bearriz, Cabreton y otros pueblos de aquella comarca ante Salvador Vidart, Notario Apostólico é Imperial en 15 de Abril de 1432, mediante una carta-partida pot ABC, como se acostumbraba en semejantes instrumentos de aquel tiempo. La primera concordia de 1351, en que entraron igualmente bizcainos y guipuzcoanos, y se redujo á una tregua de 20 años por mar y tierra, se hizo á resulta de las hostilidades marítimas que se habian ejecutado unos contra otros los ingleses y los mismos bizcainos y guipuzcoanos, interrumpiendo el comercio. Los apoderados del Rey de Inglaterra Eduardo VI para formar este tratado, fueron: Roberto Herle, Capitan en Calais, Andrés Oxford, Doctor en Leyes, Henrique Piscuard y Juan de Wesenhant, á quienes se libró despacho en el Palacio de Westminster á I1 de Noviembre de 1350, y los de Guipúzcoa y Bizcaya fueron: Juan Lopez Salcedo, Diego Sanchez Lupard y Martin Perez Golindano, natural de Guetaria. Las correrías de la Marina bascongada debian ser tan temibles enn aquel tiempo, que obligaron al mismo Eduardo VI á levantar una Armada, para mantener la cual impuso un derecho de 40 din.* esterlines sobre cada pipa de vino que se extraía por mar desde Burdeos y contornos, y aun el mismo Rey habia determinado salir en persona contra los españoles, segun consta de un oficio que pasó en 10 de Agosto de dicho año de 1350 al Arzobispo de Cantorbery, Primado de Inglaterra, para que en toda su Diócesis se hiciesen públicas rogativas, y de otra órden que dirigió á los Jurados y magistrado de Bayona, entónces de la Corona de Inglaterra, para que, si tuviesen tregua con los bascongados españoles la rompiesen, formando un armamento contra los bajeles que en gran número corrian más allá del Canal de la Mancha. Pero, hostilidades con se ha referido. por fin, cesaron estas la tregua que se ha referido.
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